lunes, 29 de julio de 2013

MEMORIAS PERDIDAS

   Tan sorprendido como todos me quedé tendido en la cama, observaba mis manos, mis brazos, todo mi cuerpo, tan completo y sano. Para los doctores en ese momento era todo menos normal, solo escuchaba ser el primer caso de combustión espontánea presenciado en el momento y sobre mi milagrosa recuperación tan rápida, ¿en qué me había convertido?, ¿Qué estaba pasando?, nadie me podría responder esas preguntas, y Lisa, oh mi amada Lisa, en medio de todas las sorpresas que me iba llevando salía a relucir el triste recuerdo de mi esposa, que haría yo sin ti amor.

   Después de varios días de declaraciones, entrevistas y experimentos con mi cuerpo pude salir por fin del hospital, completamente sano pero con el alma y el corazón destrozados, cobre la indemnización del accidente y el seguro de mi esposa solo para ir a mi casa y ocultarme de todo el mundo a llorar la pérdida de mi amada, cuanto deseaba que el mundo se detuviera, o que alguien pusiera tan solo su mano en mi hombro para sentir consuelo, por desgracia nada de eso paso, y mi única compañía eran botellas y botellas de vino, vivía tan desalineado e insano como fuera posible, la vida me daba asco, y me sentía tan miserable que lloraba durante horas hasta quedar tan mal por el alcohol que terminaba riéndome de cualquier estupidez, me hacía quemaduras en los brazos con un encendedor, apagaba cigarrillos con mi lengua y arrancaba los pelos de mi barba con las manos, era solo una pobre basura.

   El mundo se había olvidado de mí; de hecho, estuve tanto tiempo encerrado que jamás supe si me habían buscado, me comenzaba a recuperar de mi pérdida, estaba dispuesto a salir de nuevo al mundo y curiosear con esto tan extraño que me pasaba, lastimarme siempre y despertar sano, y también por qué cuando me prendí en llamas solo era yo quien ardía, las sábanas y la cama del hospital quedaron intactas, por fin todo eso se me empezó a hacer extraño, la realidad había caído ya sobre mi cabeza y me sentía listo para comenzar a responder todas las preguntas que había guardado en mi cabeza, era el día por fin.

   Antes de salir de mi casa comencé a asentar en mi mente todas las preguntas, el cómo, el porqué, cuando, todo cuidadosamente acomodado de forma que me lograra dar una explicación a mí mismo, sabía que ninguna de esas respuestas tendría que ser lógica, pues nada de lo que me estaba pasando era racional, en el cómo, me preguntaba a mí mismo en que momento exacto perdí la noción del tiempo y el conocimiento, ese accidente no lo pude haber bloqueado, y como me dijo la enfermera, mi cabeza estaba bien.

   Cuando mis ojos se arrugaron al ver después de mucho el sol noté algo extraño, el cielo estaba teñido con un verde intenso, y una nube formaba una especie de anillo casi perfecto, y era la única en el cielo, cambios bruscos se aproximaban, y al parecer yo había salido muy a tiempo para comenzar a verlos, aunque cuando apenas di dos pasos fuera de mi casa, sentí que una fuerza enorme me estrangulaba, se me iba el aire, y perdí el conocimiento quedando inconsciente en el asfalto.
   De nuevo me encontraba en ese lugar oscuro donde había perdido a mi esposa, tanto me odiaba la vida que al sentir cuando me levantaba por fin de mi depresión regresaba al lugar donde todo inició, pero esta vez fue muy diferente, no estaba mi esposa ni había mujeres aladas, solo oscuridad hasta donde me llegaba la vista; ahí es cuando conozco por fin a alguien que me podrá dar respuestas, aunque reconozco que quedé aterrorizado cuando tuve de frente a la muerte misma, su rostro era un cráneo maltratado por los mismos siglos, una túnica larga como el velo de una novia, manos de carne y hueso y un enorme palo sujetando la típica hoz, era tan parecida a las imágenes y esculturas que algunos adoraban que daba por hecho de que no era la primera vez que llamaba a alguien solo por gusto; era hermosa, pero con un aire de frialdad y una falta de expresión que me arrebataban el aliento y las ganas de acercarme, algo terroríficamente hermoso, y tan solo ahí parada a unos metros de mí.


   No supe en que momento comencé a caminar hacia ella, cuando me percate la tenía solo a unos cuantos pasos, un ser enorme a mi parecer, me consideraba una persona alta, unos 186 cms,  pero tan solo le llegaba a la altura del ombligo. Mi cuerpo no reaccionaba, sentía una tranquilidad tan grande que me adormecía, veía como con su mano derecha sujetaba mi cuello, y con la izquierda que empuñaba su hoz me atravesaba el estómago hasta que el filo salía por mi espalda, fue tan sutil y tranquilo que parecía que me asesinaban dormido.

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